Hay un imaginario y pequeño
camino de vuelta a casa.
En piedras de areniscas rojas
me siento al sol
del invierno de mi infancia.
Allí, mi abuelo de poca habla
me mira de manera que me quiere
con ojos de hombre bueno
que jamás palabras podrán decirlo.
Pequeño camino de vuelta a casa.
Mi abuela, trabajadora culta,
hay veces que me pide
que enhebre su aguja
y los días de tormenta
me lleva al banco de la vereda
a mirar el cielo brutal
y los pormenores de la vida.
Y cada nube y cada hilo
son pequeños caminos de vuelta a casa.
Ahora ya creo que buscar y encontrar
no existen por separado.
En cada piedra que reubico,
en cada árbol que me llama,
en cada nube que busco,
encuentro y me maravillan
los pequeños caminos de vuelta a casa.