A Andrés Acosta.
Escribo el camino
para no olvidarnos.
Es también el camino del agua.
Retener la lluvia
y arbolar para aquietar vientos.
Al paso lento nos contará anécdotas.
Y el agua se quedará a ilusionarse
con ser planta, larva o huevo
y bienestar del alma.
Y entonces el que se queda
ahora es el hombre,
que se encuentra,
con futuro más allá de sí.
Y cuida de retener el agua.
Don Andrés, “atrapanieblas global”,
ha recorrido la aridez del mundo,
enseñando a amansar el viento
y amigarse, con el agua, a la vida.