Me transformé en lo que deseaba, amplia visión.
La búsqueda me regaló conocimiento,
el desafío, confianza.
Vuelvo a perderme en un laberinto sin tregua, vuelve la transformación alcanzada a disiparse.
¿Qué sucedió? ¿Me excedí de confianza? ¿Qué desafío se reflejó?
Vuelvo a pisar la misma piedra,
y el desenfoque me envuelve.
Lindo es desenfocarme, ahí encuentro el sentido a lo que buscaba.
Me encuentro nuevamente para atarme momentáneamente a esa frustración que suele despertar el dolor de lo que regresa, con la sutil intención de enseñarme un nuevo punto de partida, la reflexión de lo que me encontró.
La transformación volvió,
y me ofreció un camino latente,
ligado por huellas desconocidas.
El miedo apareció,
y tras él, el abismo de la ilusión me abrazó.
Hermosa emoción encontrarte para lanzarme sin retorno.
Un retorno ilusorio que me invade aleatoriamente, un regreso.
¿Hay retorno?
Claro que sí.
Estoy viva,
dispuesta a alcanzar lo que me rodea y deseo.
Ese presente que me sigue los pasos
y me anima a sentir el viento en la cara.
Qué lindo es sentir el viento en la cara y lo que moviliza para impulsarnos a no detenernos, eterna soñadora ilustrada por exteriorizar lo que siento.
Ruido sin modificación, el viento.
Nos libera,
nos mueve,
nos transforma.Nuevamente, la transformación.
Gracias por encontrarme.