¿QUIÉNES SOMOS?

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Poemario sin Pausa (4 a 6)

4 El aullido se quebraba en cada esquina. Latía al compás  lastimoso de un perro solitario. Sin destino sin dueño sus notas arañaban  el aire sin lastimarlo. 5 Sobre la tierra fracturada quemada casi agujereada, ellos caminaron  aún con restos  de líquido amniótico adherido a su piel en busca de agua...

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La tapera

La tapera ¡Detente! ¡Quiero entrar a esa tapera! A su lado, una palmera caída, le daba el aspecto  de no tener vida Me acerqué con pasos suaves,  el silencio me envolvió, que no sea él, que menoscabe, la emoción que me embargó  La puerta que estaba ausente  a un mundo mágico me transportó, y allí mismo, en medio de la sala, un...

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Me gusta

Me gusta el amanecer  cuando el sol aún no ha salido aunque su gloria ya ha compartido por eso al mirarlo me hace estremecer Me gustan las noches claras cuando la luna se levanta a la Tierra alumbra y encanta! buscando el alto cielo como si volara Me gusta la...

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Sentires

Terraplén de chilcas y espinas, cima de hierro y piedra, 

fue el parque de nuestras corridas juveniles. 

Entre subidas y bajadas, fuimos creciendo precoces, 

en vientos y soles maduradas. 

El tala nos dio sus frutos y con néctar nos embriagó, 

la flor de madreselva. 

Y en conciertos de ranas y grillos, nos endulzó la boca 

el banco machín. 

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Un poemario sin rumbo

1

Yo te tuve en mis brazos

Tu sin soltarte

a los míos

permaneciste

Yo sostuve tus cansancios

sin resistencia,

mientras tu aliento

se fue apagando,

el aire se fue retirando,

tu mirada se fue alejando

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La alegoría de la caverna

La alegoría de la caverna está más presente en nosotros de lo que sospechamos. Últimamente he jugado con esa máxima que cada vez se hace más enorme, mordiendo como un pacman, pedazos de mi ignorancia. E insisto en que Platón ha hecho dos cosas geniales: la reflexión en sí, sempiterna, de proyección infinita y la forma propagandística de difundirla en las redes de su época. Ya bastaría con absorber que el tipo no solo no dice, ex-profeso en presente, que podés estar mirando lo que proyectás en vez de lo real sino que ideó una imagen metafórica que para el resto…

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Un abrazo a la muerte

Qué duro fue sentir que tu vida se nos escapaba, y qué alivio saber que, al final, no te fuiste.

Hubo un antes y un después en ese llanto tuyo, en aquella respuesta que nos dieron sobre lo que estaba ocurriendo. Verte llorar nos desarmó por completo, porque no es algo habitual la tristeza en tu andar.

La agonía nos consumía; El dolor era tan grande que me aferraba a él para no soltarlo para poder sostenerte.

Aquel día de lluvia, mirabas por la ventana del hospital y, con la voz rota, dijiste que la vida se te iba. Que agonía, me desarmaba lo que veía.

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Un grito en la calle

Era la primera noche otoñal fría y habíamos prendido la estufa a leña. Todo estaba silencioso y tranquilo. Apagué el televisor y me quedé sentada mirando las llamas, que quemando la leña, tomaban diferentes colores y lanzaban chispitas de luz. Todo en paz. ...

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Dos canciones

La ventana. Tras de la ventana, vimos la tormenta que todo lo arrasó, vi el viento en furia, romper a pedazos los muebles del amor. La cocina entera, se la tragó el viento, con nubes de color. Se rompía el piso, trizas las baldosas, Donde pisó el amor! Menos mal esta...

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Nunca nadie sabe cuándo…

Cuando amas profundamente a alguien, y ese ser enferma, el mundo parece detenerse. La cotidianidad se transforma en un paisaje de incertidumbre, envueltos en escueta fragilidad. Nos recuerda lo efímera que puede ser la vida. Sin saber, sin que nadie te lo pregunte te...

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De boliche

Cuando niños, prácticamente todos los domingos cruzábamos el paso sobre el arroyo Tejera, que estaba allí nomás, una media legua más abajo de nuestra casa. Pasábamos acariciando la laguna de Mansilla con su olor a camalotes y congorosa y enfilábamos por el camino de la escuela 36. A veces, no siempre, veíamos a Doña Natividad, a tiro de bola desde la calle, cascada en alguna tarea en el patio o agitando su mano, saludándonos. También Luis, su nieto-hijo, que andaba siempre por allí, se esmeraba en que notáramos su presencia.

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