Corría el año 1997 en La Paloma, del Durazno profundo. El Club Social 12 de Octubre vestía sus mejores galas. En la pista sonaban Los Indómitos de Banquillo, y la discoteca Énfasis Show prendía fuego el aire. Gente empila llegaba de muchos puntos del Departamento y del corazón rural: Blanquillo, San José de las Cañas, Cerrezuelo, Cuchilla de Ramírez, Sarandí del Yí… y otros rincones que solo el alma del interior conoce.
-La noche ardía. Fogosa, húmeda, cargada de perfume y maquillaje alineado, Cervezas, gaseosas dulces, chorizo al pan y corazones al galope. Cuando empezó a sonar “Caldo de Pollo”, el club se transformó en un volcán en plena erupción. Transpirados, pegados, carita con carita, se armaba un trencito humano que parecía no tener fin. La voz de Félix, rústica pero romántica atrapaban las almas que buscaban amor, olvido o simplemente un rato de gloria.
Los Indómitos no eran solo una banda de música tropical, en sus acordes conviven la cumbia, el tango, el pasodoble, la milonga, también algunos temas lentos, que servía de excusa para apretar fuerte y cerrar los ojos. Nosotros, los que supimos bailar con ellos, sabemos que aquello fue más que una fiesta: fue un pedazo de vida que no se repite.
-Cerca del final, como era costumbre en La Paloma, llegó el desbande. La policía, apostada contra el muro, ya intuía el desenlace. Bastó una mirada, un roce, un malentendido. Y entonces: piña va, piña viene. Volaban sillas, mesas y promesas rotas. Mujeres corriendo con los gurises en brazos, otros metiéndose a separar. Pero Los Indómitos seguían firmes, como si los acordes pudieran contener el caos.
-Unos terminaron en la comisaría. Otros, abrazados al amanecer. Pero cuando cayó el último acorde, comenzó otra liturgia: el raid carretero. Camionetas con tanques de agua escoltaban caballos y jockey. El horizonte era un trasfoguero, una línea roja dibujada por los primeros rayos del sol y las últimas brasas de la fiesta.
Cada pueblo carga su historia.
Cada plaza, su reencuentro.
Cada amor, su destino.