¿QUIÉNES SOMOS?

Niños de barro

por | 3 Abr, 2025

En el corazón de Montevideo, entre callejones olvidados y rincones desgastados por el tiempo, la pobreza se enrosca como hiedra sobre la ciudad. Para los adultos, cada día comienza con el peso de años vividos, entre paredes de cartón y techos de nylon, que apenas resisten el paso de los años.  

Sus manos, marcadas por el trabajo rústico y la lucha constante, ahora buscan calor en la esperanza de un sol que se diluye entre nubes grises. Gurises, con miradas que reflejan sueños rotos y promesas incumplidas, crecen entre pisos de tierra, y olor a olvido, pero con la esperanza acuesta. Cuándo llueve, todo se transforma en barro, y el alma se adhiere al piso como el barro en los zapatos. 

La educación, un hilo fino que intenta tejer un futuro más sólido, lucha contra la corriente de la desigualdad, que amenaza con ahogar las esperanzas. Los perros y gatos son compañeros en la lucha diaria y nobles en todos los tiempos. 

Los niños, con ojos curiosos que aún no entienden por completo su entorno, nacen , crecen entre casas precarias donde la lluvia se filtra por grietas y ventanas rotas. El eco en el silencio donde las paredes no detienen los helados inviernos.Resuenan con el viento, unos viejos juegos de chapa infantiles, donde la imaginación de los niños simulan a un tanque de combate, con sonido a ametralladora. 

Cuándo la lluvia comienza a caer, las primeras gotas, crean una música golpeando los techos de zinc, se mezcla con el susurro de voces que comparten un alimento, para crear una armonía en la comunidad del olvido. Mientras la música de la lluvia hace pensar por un momento, el viento suena como un violonchelo, colándose en rendijas, que mezclan en las noches de misterios. El mate amargo y otros dulces, unifican las reuniones de pensamientos que se proyectan en el mismo techo. Es el momento de calor humano en medio de tanta adversidad. 

Así está, en muchos puntos de la capital Montevideana , resuenan también en algunos pueblos olvidados de  diferentes departamentos ,respira y late en cada costado con alma de costaneros. Con la realidad cruda, de  aquellos que luchan día a día por sobrevivir entre las bolsas de pobreza. Calles anónimas y casas sin número de  puerta, rostros marcados ,confundidos por un destello de luz, de miles de relámpagos qué dispersa los sueños. La comunidad del reciclaje, sigue adelante, con lluvia y veranos sofocantes, olores de los desagües estancados no  existen las bocas de tormentas. Árboles desnudos, donde la neblina cubre la ciudad humedad, el frío se filtra en  los huesos. la fe crece como la luz del alba, qué asoma con el sol acompañado de miles de cantos de pájaros, qué  son la esperanza del hoy y del mañana. 

Texto: Martin Dos Santos Dibujos: Uriel Martínez