Más allá del lugar físico, donde he vivido y donde hoy vivo, creo que mi lugar en el mundo es, donde están puestos mis sentidos y mis sueños.
Hay un paisaje imaginado donde mi alma se deleita.
Una casa en el campo, con su estructura antigua y alrededor de ella, campo y árboles. Tiene un largo corredor con piso de madera lleno de plantas en antiguos macetones. Una mesa redonda y una mecedora de cardo con respaldo alto. Estoy sola. No hay nadie a mi alrededor pero a lo lejos veo las aves que cruzan, volando suave por el espacio iluminado. No hace ni calor ni frío, hay silencio…, pero el mismo silencio me invita a dejar por un rato la contemplación y camino por el sendero que lleva al río. “Deja que te hablen las hojas del monte” me dice el silencio… “que el agua moje tus pies” y “su corriente entre las piedras te arrulle”.
Pero no me quedo mucho rato en ese sitio. Es solo un recreo… un permiso, para visitar mi lugar en el mundo…