¿QUIÉNES SOMOS?

Las ruinas mudas

por | 4 Sep, 2024

Después de haber recorrido al menos unos tres mil kilómetros, para llegar a las ruinas de Macchu Pichu, con sus piernas cansadas, días de pies hinchados, caminatas fatigadas, Aurelia emprendía el viaje de regreso, poco a poco rumbo a casa.

No dejaba de contemplar las montañas que se presentaban como madres cuidadosas, como guiando a las visitas, la selva que subía y bajaba con sus espesos matorrales de diversas enredaderas.

Esa mañana salió como si nada, pero como si todo fuera un paraiso extraordinario que en su interior se negaba abandonar.

Mochila con unas pocas pertenencias que en resumidas cuentas era algo de ropa sucia, bolsas con algunas compras de recuerdos que no iría a renunciar por más que aquella carga fuera agotadora, unos soles en su riñonera y mil souvenires en sus retinas que con toda la felicidad del mundo llevaba a cuesta. Mate y termo entre sus manos, listo para ser cebado, avanzaba. Vió a lo lejos una ruinas entre hierbas y malezas, entre vistosas piedras, envejecidas con algunos matices de vida.

Recordó el cuento del viejo Kunaq y una ciudad que por acontecimientos muy curiosos enmudeció.

Parece que en un tiempo que el reino de los incas vivía en plenitud, una serie de sucesos misteriosos convirtió el imperio en un lugar en pausa. Como si el tiempo se hubiera detenido a la misma vez que se esfumaba…

Las flores en su esplendor de alguna manera su envoltura las volvió capullo, quedando su polen suspendidos por encima hasta que finalmente murieron. Los helechos se entrelazaron y aunque no se sabe que tan cierto, de sus raíces les crecieron manos para sostenerse.

El agua se congeló con un destello de brillos encegecedores  tanto que los animles e insectos que por allí habitaban se espantaron y huyeron.

  • Jupajj janipuniw ukham lurkanti!!!

Que traducido significa: Nunca se había visto cosa igual.

Con congoja y desconcierto contaba Kunaq. Agregando que los habitantes enmudecieron. No hubo rezos ni plegarias que los salvara de semejante cuestión.

De esto, han pasado miles de años. Pero la historia se sigue contando de generación en generación, como para no dejarla en el olvido. Como para darle vida al lugar.

Con un nudo en la garganta, recuerdo terminó su charla, respiró profundo y dijo:

  • Khititx suma ajanunikan ukax. (Que tenía cara de buena).

Mientras el tren se iba alejando camino a Ollantaytambo, fui también paulatinamente alejándome de esas intrigantes ruinas de las cuáles, me bosquejaron hasta los rasgos del rostro de aquel viejo chamán.