¿QUIÉNES SOMOS?

La alegoría de la caverna

por | 28 May, 2025

La alegoría de la caverna está más presente en nosotros de lo que sospechamos. Últimamente he jugado con esa máxima que cada vez se hace más enorme, mordiendo como un pacman, pedazos de mi ignorancia. E insisto en que Platón ha hecho dos cosas geniales: la reflexión en sí, sempiterna, de proyección infinita y la forma propagandística de difundirla en las redes de su época. Ya bastaría con absorber que el tipo no solo no dice, ex-profeso en presente, que podés estar mirando lo que proyectás en vez de lo real sino que ideó una imagen metafórica que para el resto, ya que escribían unos pocos, ha sido fácil recordar que lo que uno proyecta o sombrea, que aquí sería lo mismo pero nunca es lo mismo, ya sería suficiente. Aún así, si vos estuvieses sentado frente al fuego, mirando tu sombra, está no tendría otra posibilidad de ser baja y redondeada. Pero al instante de pararte vos serías alto y esbelto. Sentado, gordo, quieto, de poca visión pero parado, en posición de marcha, con perspectivas. Ya eso resulta tentador. El clásico «levántate y anda» calzaría justito. Pero como la mente humana muchas veces desecha el camino fácil podría pensarse que sentado es meditativo, ensimismado en el fuego, sismante como diría Morosoli, juicioso, «dejándolo para mañana» y buscando en las llamas la decisión final. El pararse podría ser la parte más animal, instintiva, caminante y conquistadora propia de nuestra especie o de salida rápida frente al incendio demoledor. Pero quizás el griego éste quiera que el esbelto no se olvide del rechoncho ni el rápido del pensativo, quizás ha querido que nos inspiremos en la luz pero conscientes de las sombras, quizás que el flaco empatice con el gordo, quizás… Platón, viejo zorro, pensó seguramente en Kevin Costner para que pueda explicarle a los dos indios, el pujante y el reflexivo dónde se encuentra tatanka.