Al céntrico prostíbulo de Durazno (a una cuadra de calle Manuel Oribe y a dos de la plaza Independencia) creo que lo cerró la dictadura militar, o al menos fue en los finales del proceso, como le llamaban sus partidarios, que se clausuró dicho antro.
Era nombrado también «bajo» o «el 25».
Mirado desde la calle Morquio el «queco estaba en la bajada de Eusebio Piriz (antes llamada 25 de Mayo), pero mirada desde José P. Nogueira (hoy Zagnoli), se situaban en el repecho.
A muchos bajarlo le costaba poco, pero subir con algunos alcoholes en contra para más de uno habrá sido un verdadero «tour de force».
Ahora, para quienes se «ocupaban» utilizando el servicio de las féminas la subida de la calle 25 les resultaría una pasada. Esto último por una cuestión de peso, claro.
La cuadra por ambas manos llenas de pequeñas habitaciones, las piezas, en las que se ofrecía el producto carnal a la vista: Maruja, la flaca María, Marilyn entre otras, eran parte de la oferta prostibular.
Cada cual con su historia, allí estaban más por necesidad que por gusto.
La gente sin entender todo eso les llamaba «las locas».
Pero era esa cuadrita no más, como dijera un agente inmobiliario ofreciendo alguna casa del barrio en alquiler, y agregaba, en la noche música y un poco de ruido.
Había allí dos bares, en la mitad de una de las cuadras, subiendo por la mano derecha el de Julio Marcenal, y sobre la esquina del bajo otro que había sido de los hermanos Mateos y luego fue de Leal.
En el bar de la esquina sobre Nogueira los músicos habitués eran el «Negro» Umpierrez, el «Mudo» Barceló y Elías Romaniz, entre otros, quienes amenizaban la noche.
Yo viví en ese barrio cuando era un pibe y al quilombo luego lo encontré representado en los prostíbulos de San José que Paco Espinola describe en su novela «Sombras sobre la tierra».
Comenzó la década de los 80, los bares apagaron sus luces y las ventanas del mal amor se cerraron tragándose a las mujeres.
También el trepidante generador a fuel oil de la usina eléctrica se silenció.
Después vino otra gente a vivir en esa cuadra, cuadra y calle de tierra que aún guardo en mi memoria.