Puede haber sucedido o no. Creo que sí, y fue hace poco.
Resulta que la cancha de fóbal iba a recibir un importante encuentro entre dos conocidos equipos, pero no estaba en las condiciones reglamentarias para tal fin.
Esto último no se sabe si por un problema de organización o de presupuesto.
Fue necesario poner manos a la obra y salir del paso como fuera.
De manera poco ortodoxa algunos se pusieron a pensar como hacerlo con los menguados ahorros del clú y le encontraron la solución.
Otros comedidos contrataron gente y trazaron las líneas del medio campo y de las áreas lo mejor que pudieron y luego completaron el resto. Así con cal líquida y lo más rápido que fue posible.
La cosa quedó al final medio fiera, pero habilitó la realización del match.
A los pocos minutos del comienzo, un delantero, luego de recibir un pase, ingresa al área contraria, patea y logra vencer al guardameta.
Un golazo enseguida festejado por la parcialidad que dio color y vida a la tribuna.
A instancias del asistente más cercano a la montonera donde atacantes y defensas se encontraron, un claro offside y gol anulado.
Desde la tribuna no se entendía, pero un avispado espectador vió cuando el árbitro señalaba el lugar donde se había verificado el fuera de juego, y con una voz estridente, como si la culpa fuera de la propia cancha, gritó a los cuatro vientos:
“Fue gol, fue gol! Enderezame la línea, jue!